jueves, 2 de mayo de 2019

Leonardo DA VINCI, a los 500 años de su muerte






En la noche de San Andrés encontré  la solución final de la cuadratura del círculo cuando ya se terminaba la vela, la noche y el papel en el que escribía, al filo del amanecer. 

BNE. Codex Madrid II, f. 112r


















Leonardo da Vinci fue un polímata del Renacimiento italiano, nacido el 15 de abril de 1452 en la localidad florentina de Vinci. 

A pesar de que muchos creen que era un iletrado, durante el periodo de su educación aprendió los conocimientos básicos de lectura, escritura y aritmética, manifestando curiosidad por la naturaleza y por las figuras mitológicas desde pequeño. Más tarde, pasó a formar parte del taller de Andrea del Verrocchio, orfebre, herrero, escultor y pintor. 

No obstante, fue en el taller de Antonio Pallaiuolo, que se encontraba cerca del de Verrocchio, donde Leonardo, durante esos mismos años, aprendió sus primeras nociones de anatomía.
 Tras seis años de aprendizaje, montó su propio taller en Florencia, en la época que pintó su primer cuadro: Virgen del clavel (1476), y se convirtió en pintor independiente alrededor de 1478. Un año más tarde, se perfilaba ya su gran interés  por los temas de ingeniería.




Estuvo interesado en los músculos y los huesos, pero también en todos los órganos y su funcionamiento, así como en la diversidad de todos los tejidos. A él se le debe, precisamente, el término 'tejido' con sentido biológico. 

En 1482, da Vinci trasladó su taller a la capital lombarda, donde se presentó al duque de Milán, Ludovico Sforza, que pasó a ser su mecenas, permaneciendo en su corte como ingeniero durante 17 años.

Obras como el Hombre de Vitruvio, el popular dibujo con el que Leonardo explicaba las proporciones ideales del cuerpo humano, datan de 1490 y fue dibujado en su escuela de Milán, donde enseñaba sus conocimientos.








Siempre le había fascinado el vuelo de los pájaros, en especial de aquellos que planean largo tiempo en el aire, y se preguntaba: "¿No podría hacer lo mismo el hombre?". Durante varios años realizó, con bastante sigilo, minuciosos estudios sobre el vuelo de las aves, analizando el movimiento de cada pluma, la interacción de las alas y el viento, las formas de volar y los problemas de aerodinámica.




Corría el año 1496 cuando Leonardo puso en práctica todas sus teorías, realizando ensayos de su máquina voladora y, cinco años después, César Borgia le nombró su ingeniero militar, por lo que visitó ciudades, proyectó mapas y también sistemas de drenaje y defensa. Inventó máquinas para fabricar piezas y aparatos: espoletas, hélices, turbinas, trépanos, excavadoras, piezas de artillería, ruedas hidráulicas, etc.
 
En el campo de la dinámica se dedicó al estudio del movimiento de las corrientes, de las olas y del viento, de la caída libre, las vibraciones y las fuerzas eléctricas.


No podemos hablar de la pintura en el Renacimiento sin mencionar dos de los importantes descubrimientos que marcaron la evolución del arte pictórico, como son el claroscuro y la perspectiva. Entre las mayores aportaciones estuvo la de Leonardo da Vinci, quien inició una revolución en la perspectiva aérea, con  los efectos del color y la difuminación que provocan la cercanía o la lejanía de los objetos. Su contribución fue aprovechada por muchos de los artistas posteriores en Europa.

Una de sus obras más controvertidas de la Historia, fue encargada en 1494 por el convento dominico de Santa Maria dalle Grazie, un fresco de más de cuatro metros de alto y ocho de largo, que fue concluida cuatro años después, a la que se conoce como "La última cena".




En cuanto a su pintura más popular, La Gioconda, no cabe duda de que la expresión de la dama embelesó de forma extraor-dinaria al artista, quien explica en El Tratado de la pintura que no hay placer comparable al de pintar a una persona a la que se ama. Estas son sus propias palabras: "Mucho más hará la belleza proporcionada por un rostro angélico, en pintura; de sus proporciones resulta una armonía concertada, que habla al ojo lo mismo que la música al oído. Y si tal armonía de la belleza es mostrada a aquel que ama a la que le ha servido de modelo, permanecerá en un estado de admiración estupefacta y de una alegría incomparable y superior a la de todos los demás sentidos".  



Tras esta larga numeración de triunfos, es hora de intentar comprender las actitudes y motivaciones que guiaban en su obra al genio creador.

Para ello, recurrimos a nuestro medio preferido: el grafismo. En este caso, tratamos con una muestra muy peculiar: la escritura inversa o en espejo. Aunque las teorías son diversas, según la mayoría de sus biógrafos y estudiosos, Leonardo recurría a ésta por desconfianza, para que sus reflexiones escritas no pudieran ser descifradas y divulgadas con facilidad. Una segunda opinión es la que afirma que era consecuencia de la zurdería. Y otros incluso aseveran que se podría tratar de una voluntad intencionadamente mistificadora.

Una vez girado el texto en horizontal, a través de los rasgos de su grafismo podemos colegir que, en realidad, existía una base de desconfianza, observable tanto por la estructura compacta y la grafía de tamaño pequeño, como por los óvalos cerrados y, en especial, por los puntos colocados en los espacios entre palabras y por la línea final que impide todo trazado en un espacio libre del texto. Sus propias palabras abundan en ello: "Son vanas y están plagadas de errores las ciencias que no han nacido del experimento, madre de toda certidumbre".





El fino hilo que separa la fantasía de la invención y de la creatividad, están presentes en la autografía de Leonardo, pues posee una escritura en buena medida combinada, donde la fluidez y el dinamismo se equilibran dentro de una fórmula trepidante.

Pese a su escritura realizada al revés, no es difícil observar a través del orden externo e interno de la página, la escritura más que pequeña y de orientación vertical, así como las "ies" desligadas, con sus respectivos puntos bien colocados, incluso sutilmente avanzados, la presencia de una inteligencia emergente, de una aguda e incansable observación, de la persona a quien nada escapaba a su atención, como nos demuestran sus propias palabras, al afirmar: "Todas las cosas parecen mayores vistas a medianoche que a mediodía".

Los márgenes regulares, el texto compacto y el ínfimo tamaño de su grafía revelan la continua actividad del autor, que se mantenía ocupado la mayor parte del tiempo, dedicando incluso sus mínimos momentos de soledad a la inspiración creadora. La letra "d" lírica representa en este diseño, algo sumamente importante dentro de las pautas del proceso creativo; este tipo de letra trata de llevar al mundo de la realidad todo aquello que está presente para él en su imaginación, en la "inventiva" (en el decir de algunos) pero, en todo caso, en un entorno de la más genuina fantasía.

Leonardo tiene en sí todos los ingredientes que, desde lo gráfico, nos señalan tanto el arte y la estética (curva, redondeada y con originales enlaces en la zona superior), como los aspectos y las habilidades de la técnica, pues su escritura cumple con el perfil de un especialista, de un ingeniero y de un inventor, siendo indiscutible que su grafía es pequeña, precisa, cuidada, ordenada y sabiamente organizada, todo lo cual da un fuerte impulso al detallismo, la minucia y, desde luego, es partícipe de una enorme capacidad de análisis. Es evidente que todo está calculado, metodizado, y resulta libre cuando es necesario, aunque nunca por casualidad, todo es objetividad, exactitud y equilibrio.

Todo este cúmulo de detalles configuran personalidades muy centradas y armónicas, donde se minimizan las carencias y las limitaciones (en este caso, parece que la dislexia, para algunos autores), pero donde las fortalezas se asocian, se equilibran en su justa medida y se elevan hasta un grado majestuoso.




Escritura en espejo Codice Madrid I





Leonardo da Vinci murió en el castillo de Clos-Lucé y fue enterrado en San Florentino, en Amboise (Francia), el 2 de mayo de 1519, justo hace hoy 500 años.

Aconsejamos visionar este ilustrativo vídeo grabado por la BBC:



lunes, 1 de abril de 2019

Cincuenta años de la desaparición de Matilde Ras

Grafoanalista y escritora tarraconense, catalogada como precursora de la grafología científica en nuestro país. Su primer libro “Grafología. Estudio del carácter por la escritura” (1917), prologado por el maestro Crépieux-Jamin, está calificado como la primera obra seria de un grafólogo español.

Matilde Ras era hija de padres intelectuales, llegó a ser una mujer polifacética en el mundo de la escritura, sobre todo ante el estereotipo arraigado de la fémina de aquella época. Escribió novelas, obras de teatro, guiones, artículos y trabajó en diversas traducciones (especialmente poemas de Baudelaire, Valéry o Verlaine). Fue considerada, asimismo, como una persona versada en los clásicos y especialista en los análisis de la obra de Cervantes, Don Quijote.



Además de una excelente lectora, fue escritora de historietas y cuentos cortos, que se publicaron en revistas infantiles, mostrando una buena capacidad para la ilustración, por lo que, ya desde joven ejerció como profesora de dibujo.



Su vida y las experiencias acaecidas por los constantes viajes familiares y la muerte de su padre y, más tarde, de su tutor, hicieron de ella una mujer decidida y luchadora. Llegó a definirse como feminista conservadora y formó un binomio inseparable con la conocida Elena Fortún.

Su interés por la grafología surgió de la lectura de la obra “Método práctico de Grafología” del Abate Michon y, posterior-mente, de “La escritura y el carácter” de Crépieux-Jamin. Esta sólida base conceptual le permitió al principio profundizar en la materia de forma autodidáctica, aunque más tarde estudió en Paris en la Société Technique des Experts en Écritures, con Rouges de Foursac, Streletski y Solange Pellat.

Sus estudios de campo plasmados en sus acreditadas obras le ofrecieron una gran profesionalidad, llegando a implantar en la sociedad española de principios del siglo XX, poco versada aún en esta ciencia, un nivel de reconocimiento más científico. Años más tarde, fue precisamente Matilde Ras quien asentó oficialmente las bases de nuestra ciencia a través del primer curso de grafología en la Universidad de Madrid. 

La tarea de Matilde Ras fue prolongada por dos notables grafólogas y un maestro: su sobrina, Silvia Ras Peiró, su colega y coautora Angelina Ladrón de Guevara, y el profesor Mauricio Xandró, profesores de grafología en la Escuela de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de Madrid.


 
Muestra gráfica: Matilde Ras


Entre sus mejores citas, figura la que revela:



Sus obras científicas son las siguientes:
  
Grafología. Estudio del carácter por la escritura, Ed. Estudio, 1917.
Grafología, Ed. Labor, 1933.
Grafología: las grandes revelaciones de la escritura, Ed. Labor, 1942.
La inteligencia y la cultura en el grafismo, Ed. Labor, 1945.
El retrato grafológico, Ed. Plus Ultra, 1947.
Historia de la escritura y grafología, Ed. Plus Ultra, 1951. 
Los artistas escriben, Ed. Alambra, 1953.
Lo que sabemos de Grafopatología, Ed. Gregorio del Toro, 1968.

Asimismo, publicó artículos y estableció consultorios grafo-lógicos en revistas, como: Blanco y negro, Buen Humor, Mundo Hispánico, Nuevo mundo, La voz, etc.

En esta ocasión ofrecemos una lectura excepcional. Se trata del prólogo inédito para su libro 'Aprende Grafología con Matilde Ras', que nunca llegó a ser publicado.